Al que pudo ser mi padre.
Tú, que me diste la posibilidad de nacer y tú, que a la vez me la robaste.
Tú, que no sabías de mi existencia hasta que acabaste con ella.
Papá, me gustaría saber la razón por la que has llegado a algo tan despreciable,¿dónde perdiste la compasión? Papá, ¿cuál es tu truco para dormir tranquilo y sin remordimientos? No puedo creer que alguien pueda tener la conciencia en calma así. Yo que estaba dentro de ella sentía cada golpe tan suyo como mío. A mamá ya le hiciste bastante daño...¿Para qué? ¿Para sentirte superior?
Bueno, no me puedes contestar, no estoy, nunca estuve y gracias a tí nunca estaré. No llegué a nacer, pero sentía el corazón de mamá, el pulso que se le aceleraba cada vez que tus pasos se sentían tan cerca.
La notaba insegura. Demasiado insegura. De pronto, tú, que apareces con una cerveza en una mano y con un puño bien cerrado en la otra.
No te veo, pero te siento, te noto, igual que oigo sin oír el grito de mamá. De nuevo, dolor en las heridas. Los segundos pasan, pero se hacen eternos al ponerle la mano encima.
Ella, que ya no sabe que ha hecho mal.
Ella que solo desea salir del sufrimiento, que se merece tanto la vida como cualquier otra persona.
Siento su cuerpo que me protege, retorciéndose de dolor en el suelo. No puede moverse. Papá, ¿por qué lo has hecho? ¿ De veras lo merece? ¿De veras merece suplicar de esa manera por un puñetazo menos?
De haber sabido que esta es la vida que le esperaba, jamás la habría elegido, y jamás te habría elegido a tí.
¡Socorro!- le gustaría gritar, pero por desgracia se lo tiene que callar por temor a una paliza mayor. Pero lo peor es que siguen pasando los días y las semanas y todo sigue igual, y cada vez está más segura de que te odia y se desespera porque se imagina su final y no es precisamente feliz. Presiente aún lejos, pero cada vez más cerca la luz al final del túnel.
Papá, ¿porqué crees que no dice nada? ¿Por qué crees que se queda callada? Porque te quiere, o al menos eso piensa ella. Ella está ciega, y no quiere ver la verdad. Sabes que no eres el mismo que conoció hace unos años pero te da una y otra vez oportunidades porque confía en que la gente cambie. No se atreve a coger el teléfono y llamar a la abuela o a las tías. No se atreve a llamar a sus propias amigas, ni mucho menos a la policía.
Papá, si ella te da oportunidades, ¿por qué no se las das tú a ella? ¿No es mejor contar hasta diez? Papá, si sois adultos, ¿por qué no habláis las cosas? Estás acabando poco a poco con la vida de mamá y no sólo físicamente. Papá, ¿recuerdas esa brutal patada que le diste a mamá en el estómago, la que la mandó directamente al hospital? Sí, esa fue exactamente la que acabó con mi posibilidad de vivir.
Papá, sólo espero que, a partir de ahora, reflexiones y pienses las cosas antes de actuar. Por favor, la próxima vez ponte en el lugar del otro antes de hacer nada. Piensa que de éste modo podrías haber evitado estar en el sitio donde te encuentras ahora, solo y entre rejas.
Elena Martín Gómez.
15 años. Estudiante de 4º en el IES Valle del Jerte, Plasencia.
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